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Volumen I - Obrero
Francisco Toro, es un esforzado trabajador de la construcción, cuyo trabajo consiste en pintar la fachada de los edificios, su trabajo es peligroso pues debe estar todo el día en un andamio o colgando de una cuerda de seguridad, a la hora de almuerzo el saca su olla que su mujer preparo, con un rico caldo de patas de cerdo, un almuerzo nutritivo que le permite afrontar la larga jornada laboral y el largo regreso a la casa.
parado en un micro-bus junto a otros obreros, esta vez Francisco debe irse todo sucio a su casa, las duchas de la construcción están malas y solo puede lavarse su cara, ya de noche llega a su vivienda en una toma en la periferia de la ciudad, sus hijos ya duermen cobijados para afrontar la fría noche de invierno, el piso de tierra humedecido parece no dar un tregua e inunda el ambiente de un olor que no invita a la hospitalidad.
una taza de té parece calentar un poco el cuerpo, una marraqueta partida en el medio se calienta en las brazas de un bracero improvisado con una mitad de tambor de acero, la margarina parece desplazarse con una rapidez impresionante al entrar en contacto con el pan caliente.
Hora de ir a descansar y ya ni los perros ladran en la fría noche, pero Francisco recobra fuerzas con la intensión de amar a su mujer, se da vuelta hacia su lado rechazado por su mujer, presumiendo que su olor a trabajo de todo un día le ha ahuyentado los deseos de su amada. lo que no sabe es que su vecino y ex colega de trabajo, despedido por reducción de personal, ha estado en su casa en su ausencia, quizá su amigo Víctor encuentre trabajo luego para que se mantenga ocupado en sus asuntos... o quizá no.
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FOTOGRAFÍA 1: Ambrotipo con rasguño hecho en el proceso de revelado.
FOTOGRAFÍA 2: Ambrotipo repitiendo fotografía con defecto de rasguño.
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Volumen II - Dueña de Casa
María José, se levantó muy temprano para ir a buscar agua al borde de una acequia que pasa cerca de su vivienda, con una carretilla con la rueda de madera y dos tambores plásticos, lleva el agua que servirá para lavar la ropa y hervir un poco para tomar desayuno, esa mañana el frío calaba hondo y tuvo que romper la escarcha de la artesa hecha con la mitad de un tambor plástico, los niños se entretenían golpeando el fuego con una madera, el sol aparecía tímidamente por los cerros y la humedad se evaporaba formando unos delicados hilos que subían hasta ser evaporados completamente por el sol, María José preparo las mochilas de los niños para llevarlos a la escuela, el camino es barriento en el invierno por lo que las botas son indispensables para llegar seco al colegio, se apresuran para no llegar tarde, una de las principales preocupaciones de María José es que sus hijos puedan aprender la responsabilidad desde pequeños.
Devuelta en casa, las labores se hacen interminables, ella piensa res-fregando una taza con ceniza para limpiarla, como hará para comprar los materiales que deben llevar sus hijos al colegio, se apresura para dejar la ropa remojando en agua y un poco de detergente que elimine el olor a humo que la ropa ha tomado con el fuego, que les permite disimular un poco el frío de las noches.
Tomando una pala y unas botas se dirige por un callejón inundado por el agua de la última lluvia, sorteando unas alambradas llega a un campo de zanahorias, viendo que nadie custodia el predio se dispuso a extraer los coloridos vegetales, mientras volvía a su casa una tímida lluvia limpiaba su cara y la tierra de los vegetales, pero la lluvia siempre trae problemas para María José que ve como una gotera se hace presente con su rítmico sonar sobre un lavatorio de metal, las manos callosas y toscas de Víctor que reparaba la gotera, subido en aquellas frágiles fonolas, la lluvia inundaba su cara mientras miraba al cielo con ojos entreabiertos buscado explicación a su situación, Víctor cual mesías se disponía a resolver el problema de la gotera entre otros.
FOTOGRAFÍA: 4
FOTOGRAFÍA 3: Ambrotipo fotografía con defecto de aplicación de emulsión.
FOTOGRAFÍA 4: Ambrotipo repitiendo fotografía con defecto de aplicación de emulsión.
Volumen III - Desempleado
FOTOGRAFÍA 4: Ambrotipo repitiendo fotografía con defecto de aplicación de emulsión.
fotografía: 5
Víctor, es un tipo introvertido, cuya sonrisa ha quedado en el pasado, su semblante serio hace que no sean muchas las personas cercanas a él, pero a él le gusta esa soledad y su reflexiva caminata por la vida, dicen que las heridas de la vida se curan y cicatrizan con el pasar de los años, pero parece que ese bonito decir popular no aplica para todos, más cuando sus ojos temblorosos y vidriosos miran una viga de su humilde morada. Cansado ya de pedir explicaciones a una vida que se presentaba como un verde prado con innumerables flores moradas con pétalos exuberantes y armoniosos, visión que se convierte en la peor de las pesadillas, parece que las flores esconden filudas espinas que desgarran la piel al avanzar a un fresco y luminosos sol, que encandila pero es irresistible no ir hacia él.
Su rostro maltratado por el sol, parecen decir y contar de un tipo al cual los años han dejado marcas indelebles de aventuras que solo podrían ser testigos los valientes fantasmas que le rodean, su pausado y analítico andar, ya desde niño tener que asumir responsabilidades de adulto, lo que ha truncado una infancia de golpe obligando a despertar de un momento en que jugaba con tierra, a estar delante de un carretón de mano, trasladado hortalizas en una feria. Sus zapatillas unidas por una pita plástica hacen aguantar aún más la vida del calzado, que hace rato ya alguien había desechado, su cara de niño cambio abruptamente por una reseca por el calor y partida por el frió de los inviernos, eso no importo para Víctor quien sabía que el esfuerzo tenia recompensa al ver a su madre y pequeña hermana con una sonrisa enorme al llegar a casa con unos panes y un paquete de leche en polvo.
Sentado enfrente de un plato de sopa que lanza vapor cual locomotora a punto de partir, lo que traer un fugaz recuerdo de niñez y los fríos inviernos, pero un chispeo de dedos lo hace salir estrepitosamente de su retardo, la voz dulce de Maria José le dice que su sopa se enfriara, mientras Francisco lo mira con cara de compasión, el almuerzo se vuelve tenso y el ambiente se enrarece, Victor se apresura a salir de ahí, sabe que algo no muy bueno puede pasar.
Maria José, mira a su esposo con ojos de exclamación y le dice tenemos que hablar, increpándolo por el trato que ha dado a Víctor el último tiempo, Francisco corresponde indicándole que ya no soporta que Víctor pase en su casa, si bien solían ser buenos amigos la situación había cambiado y se volvía insostenible tener alimentar una boca más, como no entiendes gritaba Maria José, “mi hermano ha tenido que soportar la muerte de Patricia y Marianita!... tenemos que apoyarlo, Francisco Bajo la cabeza y comprendió como si una lanza atravesara su corazón.
Claro que el tiempo no cicatriza los corazones de la misma forma en todas las personas.
Las delgadas paredes no detienen las palabras de una acalorada discusión, lo que hace que Víctor mire una vez más esa viga y el alambre oxidado, que sellaría su destino para siempre.
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